David Taylor, Boundary Monument No. 210, 2009. From the series Working the Line.
El
tratado de Guadalupe-Hidalgo ponía fin a la guerra
méxico-estadounidense y establecía unos nuevos limites geográficos
entre ambos estados: desde el Rio Grande (en México: Rio Bravo del
Norte) hasta El Paso (actual Ciudad-Juarez- El Paso), de ahí al rio
Gila y canal del rio Colorado para seguir la división ya establecida
anteriormente por España entre la Alta y la Baja California.
En
1849, un año después del fin de la guerra, se ponían en marcha los
trabajos conjuntos para la delimitación fisica de una frontera. El
replanteamiento se realizo por dos equipos, estadounidense y
mexicano, que trazaron de manera coordinada sobre el territorio una
frontera definida por una serie de mojones o “monumentos”,
numerados del 1 al 250, de manera que desde cada uno podría
localizarse el siguiente, dibujando sobre el territorio una linea
poligonal imaginaria.
La
comisión estadounidense estaba dirigida por John Russell Bartlett,
explorador, divulgador y narrador de aventuras, aunque muchos en el
equipo consideraban que su interés en la comisión residía mas en
escribir un libro de éxito que en solucionar un levantamiento. La
tarea recayó básicamente sobre su sucesor,, William Hemsley Emory,
un eficiente y entregado militar. El equipo mexicano estaba dirigido
por José Salazar Ilarregui, un funcionario que a la sazón contaba
solo con 25 años, comprometido con la tarea hasta el punto de
resolver pagos y costes con su propio dinero.
La
tarea está explendidamente narrada en el capitulo 1 del excelente
libro Why Walls won’t Work-Repairing the US-Mexico Divide,
de Michael Dear (hasta la fecha solo en inglés), del que se han
tomado muchos datos para este texto. Dear recorrió en varias
ocasiones el trazado fronterizo , localizando y documentando los
monumentos originales y describiendo los sucesivos cambios en el
paisaje. Para el autor, tanto Emory como Salazar Ilarregui (al que
denomina “Ylarregui”, aunque aquí se ha seguido su denominación
mexicana) adquieren el papel de verdaderos héroes míticos.
El
levantamiento se realizó en tres fases, no linealmente sucesivas,
sino determinadas por su dificultad. Las
comisiones empezaron sus trabajos el 6 de
julio de 1849 en la costa del Pacífico, justo al sur de San Diego no
muy lejano al rancho de la tía Juana (futura Tijuana) Luz
Maria Oralia detalla el procedimiento
acordado entre ambas comisiones para fijar
el punto de partida: a)
Trabajarían de manera independiente para determinar las coordenadas
geográficas de los extremos de la Iínea. b) Determinarían el
azimut de la misma, a uno y otro extremo de la Iínea. c)
Localizarían el punto más central del puerto de San Diego, y hecho
esto, d) Medirían la legua marina que se mencionaba en el Tratado.
Pronto
surgió un espíritu de colaboración entre ambas comisiones, que
resolvian a menudo sus diferentes mediciones partiendo por la mitad
las diferencias, a fin de evitar interminables discusiones en mesas
de negociaciones. El equipo mexicano poseía un instrumental técnico
de inferior calidad (parece ser que les estafaron en el envío desde
Paris), que a menudo repercutía en el tiempo necesario para las
mediciones. Los equipos verificaban sus mediciones, resolvían las
diferencias y erguían unos mojones preparados, de mármol o de
fundición. Se instalaron 7 mojones entre el el Pacifico y el Rio
Colorado. Aunque se consideró este numero suficiente, cuando las
separaciones eran excesivas se levantaban montículos de piedra, a
modo de hitos intermedios.
La
segunda fase se levantó a lo largo del Rio Colorado, donde
surgieron muchas dificultades: en muchos puntos el rio se abría y
separaba en muchos ramales, de manera que era muy dificil precisar el
cauce principal, eje de separación. Los terrenos fluviales, arenosos
e inestables (formando dunas en la desembocadora del rio),
dificultaban la colocación de mojones. La tercera y última parte,
entre El Paso y el Rio Colorado se desarrolló en 1855, entre El
Paso y el rio Colorado, relativamente mas rápida que las dos
anteriores, por contar ya ambos equipos con una mayor experiencia
previa.
Finalmente,
ambos equipos emitieron sus respectivos informes. En junio de 1856,
Salazar y Emery se reunen en Washington, donde acordaron realizar un
doble juego de mapas (uno para cada gobierno) en dos series, a dos
escalas distintas: una cartografía general (4 planos a escala
1/600.000) y una cartografía de detalle (54 planos, a escala
1/30.000 en California y 1 /60.000 en el resto). Los planos
originales mejicanos se conservan en la Mapoteca Manuel Orozco y
Berra, Ciudad de México., mientras que los estadounidenses están
depositados en los National Archives de Maryland (NARA). Segun Dear,
son planos diferentes, mientras que Luz Maria Oralia Tamayo, del
Instituto de Geografía de la UNAM sostiene que se manejan los mismos
planos base, pero con distintas anotaciones en los dos idiomas en
ambas versiones.
(texto: RG)
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